viernes, 15 de marzo de 2013

doMingos de cueNto, ya van dos.



Ya se han celebrado las dos primeras sesiones de los doMingos de cueNto y podemos decir que han sido un rotundo éxito.


Llenazo de un público entregado, que ha sabido convocar un silencio mágico y responder con calidez. Tanto Manuel Légolas como Victoria Gullón, los dos narradores que ya nos han regalado su arte, se sintieron tan a gusto que quisieron y pudieron sacar lo mejor que tienen. Ambos reconocieron que ha sido una de las mejores experiencias de su carrera… así que yo estoy más ancha que alta y quiero agradeceros a todxs que hayáis puesto a funcionar vuestras ganas de escuchar y acogido de forma tan gozosa esta iniciativa.


Los locales en los que nos hemos cobijado merecen un aplauso aparte. Desde el primer momento, y casi a ciegas, apostaron por ello. Han puesto todas las facilidades y han corrido el riesgo de sufrir multas y sanciones debido a la intolerancia municipal con el arte en vivo. Se han esforzado por hacernos sentir como en casa y desean repetir la experiencia. Yo también.


El COCO CAFÉ es realmente un lugar ideal para los cuentos. Su amplio y luminoso salón diáfano, con vistas a la espléndida fachada del Museo de Escultura y la abrigada plaza. Además tiene otro aliciente, aunque esta vez no lo hemos explotado: Elaboran comidas y platos deliciosos que pueden ser el acompañamiento ideal para unos buenos cuentos.


LA RATA ESCARLATA, situada también en una preciosa calle histórica no demasiado afectada por la piqueta. Es un lugar que te invita a evocar desde el primer momento: su salón me recuerda a la casa de mi abuela, con sus escaños, mesas y percheros antiguos, la alfombra y la chimenea… siempre hay buena música y el ambiente es íntimo y confortable.


Y ¡qué decir de los dos pedazo de artistas a los que hemos tenido la ocasión de aprovechar!

Manuel Légolas recibiendo una "carantoña" de Lucía Galindo

MANUEL LÉGOLAS vino solo sin su compañera Carmen, que tuvo que quedarse junto a sus senos que tuvieron que quedarse junto a su niña. Pero él solo vale por dos.


Empezó, como con susto, contándonos la historia de un hombre que gracias a no saber leer pudo vivir una vida plena de aventuras.


Pronto se dio cuenta de que somos buena gente. Poco a poco la cercanía, la mirada, su habilidad para implicar al oyente, el humor de las situaciones que nos relató y lo acertado del repertorio elegido, hizo que cayéramos rendidos en sus cuentos y el se entregó a nuestras ganas de disfrutar.


Contó viejos cuentos que, de tan sabios, nunca debieran olvidarse,  y cuentos modernos. Nos regaló imágenes indelebles como la de los dos ancianos paseando de la mano con un gran oso de peluche entre ellos o la de Lucía Galindo soltándole una gaya rellena de amor. Reímos con el gilipollas que no tenía suerte y nos endulzó la despedida con algunos microrelatos.


VICTORIA GULLÓN por su parte, con su peculiar estilo, nos encandiló: Su limpia voz hilando melodías y letras que resuenan en nuestra memoria; su jovial y contagiosa actitud, celebrando la vida; el optimismo, la gracia y el salero, la ternura y su pícaro desparpajo curtido en mil escenarios de todo el mundo. Su poderosa fragilidad. Pero fue sobre todo su capacidad de asombrarse ante lo más pequeño lo que nos cautivó. 
Victoria Gullón explicando el mecanismo del fréjol crecedero

Desde los cantares de las gentes de antaño en sus alegrías y tribulaciones, que son las mismas que ahora, hasta las historias más procaces… ¡A PODAR NOOO! ¡A DESTEJAR, A DESTEJAR! Y para rematar, un canto a la pereza, como es de rigor en domingo. Os fuisteis con la sonrisa en la cara, nosotras nos quedamos tomando vinos y recordando viejos romances.

Aún quedan dos sesiones. No te las puedes perder.

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