Acabaron ya los doMingos de cueNto… y ciertamente este
próximo lo voy a echar de menos, por mucha pascua que le quieran dar. El Sermón
de las Siete Palabras tiene su encanto, pero me llama más la palabra desnuda,
tejida en forma de cuentos, que nos hace viajar, ensoñar, recordar, reír,
llorar, aprender, desear… y perder el miedo.
Ha sido algo espectacular… durante las cuatro sesiones del
ciclo hemos tenido una numerosa congregación de fieles que han escuchado con
una actitud casi reverente. Cuando hablas de espectáculo piensas en gran
despliegue de medios, pero en esta ocasión lo maravilloso ha sido ver con qué
sencillez los narradores invitados han creado atmósferas propicias al vuelo de
los cuentos, así sin más… un silencio casi mágico, miradas brillantes, sonrisas
de deleite y una disposición asombrosa a acoger cualquier historia, a dejarse
llevar por cualquier rumbo.
Lo mejor del ciclo, aparte del público, ha sido la variedad
de estilos de los cuatro participantes. Ya he comentado aquí lo acertado del
repertorio de Légolas y su gran capacidad de comunicación con el público, que
hizo que quienes asistieron a esta primera sesión se quedaran con ganas de más y
repitieran en semanas sucesivas. También he hablado del entrañable encanto de
Victoria Gullón y sus historias ancladas en nuestra memoria rural. Quiero
reseñar ahora a los dos últimos narradores: Héctor Urién y José Campanari
En la tercera, HÉCTOR URIÉN, convocó nuestra atención con
unos versos recitados, serio y dramático… fue un elegante quiebro para embarcarnos
en una sucesión de historias que nos llevaron desde la picaresca y la ironía al
amor más tierno. Me quedo con su “Tristán e Isolda”, un cuento que ya había
escuchado, pero que en su cálida y dulce palabra me ha despertado emociones
nuevas. Entretejió sus historias con
anécdotas personales que hicieron las delicias del público: de los chicos por ponerse
en su pellejo; de las chicas por inspirarles… no tengo claro si ternura o
pasión. Fue una lástima que tuviera que marchar tan pronto… quedamos en animada
charla tras su actuación… ¿será porque estábamos precisamente en el CAFÉ LA TERTULIA?
La elección de los espacios ha sido de lo más atinada, excepto
por lo ajustado del aforo (no esperábamos tal aceptación). En esta ocasión nos
recogimos en un lugar emblemático y con mucho encanto. El Pasaje Gutiérrez es
un espacio singular que invita a detenerse, a recrearse y encontrarse, sobre
todo en días de lluvia como el de autos. LA TERTULIA tiene un ambiente abierto
y familiar, unos cócteles de locura, una terraza maravillosa (no hace frío, ni
calor) y buena música que permite escucharla y/o conversar.
En la sesión de clausura, que tuvo lugar en EL NIÑO PERDIDO,
tuvimos el privilegio de contar con otro de los artistas que, a mi juicio,
hacen de la Narración Oral un arte mayor: JOSÉ CAMPANARI.
EL NIÑO PERDIDO también es un espacio con hechizo, tanto que
hay una leyenda, con artes ocultas y terribles maldiciones incluidas, que explica
su nombre. La arquitectura del local crea una atmósfera de tiempos pasados y la
luz y el mobiliario invitan a sentarse a paladear sus deliciosos combinados y
relajarse. Es propicio para escuchar cuentos… aunque se llene. Fue impresionante
tener tanta gente, tan cerca, unida solamente por una voz.
Y CAMPANARI estuvo enorme. En la primera parte nos desconcertó
con sus elefantes y su hormiga sexy y él mismo se admiró de cómo el público
tomaba la palabra por propia iniciativa para acompañarle, diciendo ¡SEXY! y ¡SÍGUEME!
En la segunda parte nos emocionó con su particular niño perdido, aquel que
creció en Chacarita, Buenos Aires, un barrio que no… y su pijama, su abuela,
sus historias anheladas y una caja de botones que no se sabe muy bien cómo
llegó hasta ahí. Son relatos propios, fabulados y construidos desde la propia memoria
y la batalla contra el olvido.
HA SIDO MÁGICO.
Gracias a todas y a todos por hacerlo posible: al público dispuesto,
a los bares osados, a lxs artistas generosxs, a lxs amigxs que han ayudado en
su difusión (en especial Fin de Siesta, Último Cero y la SER), a CUENTACUARENTA por
inspirarme y a SALTALARANA por arrimar el hombro.
Y NO NOS VAMOS A QUEDAR CON LAS GANAS….habrá nuevas
propuestas, nuevas ediciones, nuevas ocasiones de contar y escuchar…
Invito a todas aquellas gentes de bien que quieran proponer,
sugerir, apoyar, colaborar, financiar o darme un abrazo a que se pongan en
contacto sin dudarlo.
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